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aviones plateados

the old fake things

me he tomado tiempo, y silencio, para pensar, y decidir adónde puedo llegar yo solo. y, al final, me he rendido ante todas las evidencias, de que solo no voy a ningún sitio. de que estos aviones ya hace tiempo que se estrellaron, de que este barco siempre estuvo a la deriva. de que no tengo fuerzas ni intenciones, de que siempre he sido un dejarse ir, un dejarse ir y nada más.

todo esto no tiene, pues, sentido, no es más que una farsa que yo mismo he tratado de creerme. y soy capaz de decir y aconsejar todo aquello que soy incapaz de hacer. no sé si eso recibe otro nombre que mentir. the great pretender. el último de mis disfraces. el autoengaño lleva a crear estos mundos de cartón que al final resultan no ser nada en cuanto dos gotas de agua los mojan.

he hablado de proyectos, como si creyera en ellos, de decisiones, como si las fuera a tomar, de sentimientos, como si los tuviera. realmente me creí todo esto y esperaba que me llevase a algún lugar. pero todo era frágil y quebradizo, y bastó un soplo de realidad para derrumbarse con un estrépito que me ha dejado sordo.

no sé, quizás vuelva a empezar, algo distinto, en otro lugar... es mi estilo, dejar todo a medias, un impulso y luego sólo humo que queda en el aire... no puedo recordar absolutamente nada que haya finalizado en mi vida, algo que haya llegado a término. si eso es ser incapaz, entonces soy lo más incapaz que conozco.

mi camino no termina aquí, porque nunca hubo camino. sólo yo lo creí. no sé qué será de mí, creo que me pudriré, o no, no lo sé. mi viaje en avión ha terminado. ahora toco tierra, y sé que ni siquiera me he movido del sitio. uno de los primeros conceptos del desplazamiento es dirigirse a algún lugar. eso no va conmigo, parece.

sigo en mi correo, os visitaré de vez en cuando. siempre he dicho que lo mejor de mi blog eran los comentaristas. intentaré ser yo lo mejor de los vuestros.

[...]

i will not travel to the states,
not even to the city of hell.
i know i will lay down
like a lady fainting away.
i will sink in the oldest dreams.
don't touch me if you see me like that.
there's nothing you can do for me.
it's nothing special,
it's just my way
of fading away forever...

and when i don't hear a voice from outside,
neither wait for a hollow smile,
there's nothing i can do with myself
but slowly say goodbye
because then i will seem so lost.

[...]

don't touch me,
don't even touch me.

it's nothing special,
it's just my way,
it's just my way.

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el silencio no siempre significa la nada.

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'lo de papa negro no será por su color de piel', dijo, y yo me quedé temblando sólo de pensarlo.

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ayer se dio una lección de democracia. me pregunto si los alumnos no aventajados habrán aprendido algo.

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ahora me ha dado por el inglés para las canciones. pienso que la música suena mejor en este idioma, aunque la mitad de las veces no sabemos qué están diciendo las letras y, lo que es peor, cuando lo sabemos nos llevamos una decepción terrible. yo ya había flirteado varias veces con ello, porque las vocales mixtas y lo onomatopéyico del idioma en sí dan a mi débil y aflautada voz una sonoridad que me agrada, además de que siempre las melodías iniciales se me ocurren ligando frases en inglés ficticio. y como, al fin y al cabo, esto lo hago porque me gusta, pues no tengo que dar explicaciones a nadie.

es cierto que me siento más agusto escribiendo en castellano, es mi idioma natal, tiene unos recursos que conozco muy bien, aunque para mí sea un idioma óptimo para leer y recitar, pero no para cantar. sin embargo, el escribir en un idioma que no es el tuyo te ayuda a ingeniártelas, a buscar otro tipo de formas de expresión diferentes y a aprender matices, es una especie de limbo creativo, un poco más desconectado de la realidad (que es lo que más me cuesta) y al final, aunque tiendas a repetirte, los juegos traen alguna que otra sorpresa agradable. con alguna pequeña ayuda de alguna amiga, consigo corregirlas y darles la forma deseada, y al final me siento satisfecho, que no es poco.

este fin de semana tengo ensayo con mi grupo, que va falleciendo. hoy quizás siga componiendo con otro, que no acaba de nacer. y yo, mientras, tengo las musas inquietas, aburridas, que necesitan carnaza. ahora me ha dado por el inglés para las canciones. algo tenía que hacer. one hundred poems, one hundred songs / sleeping and lying inside a box.

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motivo para la esperanza: las grandes historias están plagadas de pequeños errores.

retama

él, el pobre chico tímido, el joven, el que se encerraba en su habitación, él, el que compraba revistas para aprender a tocar la guitarra, el que componía canciones a escondidas, él, inseguro, ignorante de su propia capacidad, él se encerraba en su habitación, una y otra vez, escapando al ruido del mundo que le grita que los triunfos son sólo para los fuertes.

la volvió a mirar, el otro día, a hablar con ella, a buscar nexos estúpidos para poder estar cerca, tocar lo que ella había tocado, compartir unos segundos de su vida, volver a ver su rostro, oír su voz, tener cerca su piel aunque siempre tan lejos... no, nunca llegó a tocarla, mucho menos a besarla, ni ella siquiera a saber nada de esto, y el tiempo pasó y cubrió con su losa la tumba de un amor muerto casi antes de nacer.

tiempo después, seguro, reaccionará, tendrá amores, canciones, y otras muchas cosas. pero la belleza de la flor primera se habrá perdido para siempre. así es la vida. se van pudriendo las flores y al final sólo queda la retama.

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la verdad es que se empeñan en enterrar todas nuestras esperanzas. porque uno acepta que existan catástrofes, siempre las hubo, mayores o menores, los ancianos recuerdan algunas. acepta hasta que haya guerras estúpidas, siempre las hubo, aunque a estas alturas ya deberían estar superados estos métodos de solucionar problemas. pero cuesta aceptar que no se busque un camino común, un avance, una relajación de las tensiones, de cara al futuro.

ver noticias, escuchar declaraciones, recibir mensajes agresivos... en tiempos tan avanzados en algunas cosas, como los que vivimos, se está involucionando en otras. radicalización de las ideas, intransigencia, luchas cada vez más abiertas y descaradas por el poder y el control. las masas dejándose agitar hacia uno u otro lado. se fomenta la ignorancia, el sentido gregario, la manipulación. aún hay gente que se cree lo que cuentan los telediarios.

se empeñan en enterrar todas nuestras esperanzas. es difícil hacerse entender cuando hay tanto ruido. anoche soñé que discutía con mi hermana a voces y, de repente, nos calmábamos y hablábamos la situación, entendiéndonos y llegando a un acuerdo. por desgracia es sólo un sueño. un sueño aplicable a este mundo, pero demasiado alejado de él. así son estos días. con nuestras esperanzas bajo tierra.

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no es lo mismo éxito reconocido que éxito a nivel personal. sólo en uno es cuerdo prescindir del otro.

prensa mojada

los días de lluvia, como hoy, viene menos gente a mi kiosko de prensa, salen menos a pasear y, claro, paran menos. ustedes no se imaginan la de personas que se detienen a mirar las revistas que tengo en el expositor de delante, según pasan, y algunos de ellos incluso compran. pero los días de lluvia, las cosas van peor, y uno depende casi siempre de los clientes habituales, como el señor de la pipa o la chica distraída. mañana, por ejemplo, es día de entregas y seguramente vengan el del bricolaje, la de las revistas del corazón y el chaval de la música. gracias a esta gente, uno puede estar tranquilo sabiendo que, al menos, tendrá para comer.

cuando era pequeño quería tener un kiosko de prensa para poder leer todos los periódicos y todas las revistas. me encantaba, hojearlos una y otra vez, leer y releer los artículos. incluso me imaginaba a mí mismo redactándolos. ahora ya no leo ninguno, sólo los titulares, y las revistas casi ni las miro. hoy tendría tiempo, porque viene poca gente, pero tampoco me apetece.

veo el parque, mojado, reflejando los automóviles, los árboles, las farolas. la gente con paraguas que avanza, rápido, mirando al suelo para esquivar los charcos. me siento un espectador, pero eso también implica que no formo parte de la escena. me pregunto si está bien seguir los deseos de infancia, y cumplirlos, porque ahora me he quedado sin sueños. bueno, poco importa. ya casi es la hora de cerrar. mañana saldrá el sol, según el pronóstico del tiempo, y no tendré tiempo para pensar estas cosas. o al menos, eso dicen los periódicos.

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déjame que te ayude con lo tuyo que así me olvido de lo mío.

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bajo cero. niebla. campos helados. supongo que es lo normal, en el frío invierno de la meseta, sé que es lo normal, aunque a mí me parezca estar viviendo en el fin del mundo. nada se ve, según se avanza van emergiendo formas sólidas en las que se descubren los edificios, los árboles, las señales que todos los días cruzo en mi camino. todo parece hoy infinitamente estático, como si el frío de la cencellada lo hubiera congelado. como si las imágenes que veo fueran una sucesión de fotos, detenidas, ancladas en un instante.

me pregunto cuándo llegó la niebla helada a mi ciudad, y cuándo llegó a mi vida. ambas se encuentran detenidas, igual que hace tantos años, como fotos de lo que fueron entonces algo desgastadas por el paso del tiempo. como si la vida hubiese desaparecido, y no quedara más que la savia congelada derramada por el suelo.

un poco más adelante clarea, y disminuye el hielo, y por fin la temperatura llega a alcanzar los cero grados. veo la gente que cruza la calle, otros vehículos, todo moviéndose lentamente, desperezándose, abrigándose fuerte. las fotos se van convirtiendo en el proyector de los hermanos lumière. vaya parece que aún queda esperanza. sólo son sensaciones, al fin y al cabo. sólo son sensaciones, me digo. aún hay vida debajo de la capa de hielo. sólo hay que rascar un poco.

es eso. sólo hay que rascar un poco.

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hacer daño sin querer es la demostración empírica del efecto mariposa.

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ojalá no fuera tan variable. ojalá siguiera un único hilo. ojalá no.

ausente

ella siempre parecía ausente. mientras sus manos hacían algo, su cabeza pensaba en otras cosas: en si le llegaría para el alquiler, en su madre tan enferma y tan poco orgullosa de ella, en aquél chico que tanto le gusta pero que parece no hacerle caso... ella siempre parecía ausente, en realidad lo estaba, en realidad no estaba físicamente allí.

- señorita, no es por molestar, pero se le ha puesto tres veces verde el semáforo y no ha cruzado. además, se ha dejado el cambio.

dio las gracias a aquel hombre y continuó su camino, ausente, pensando en sus cosas... mientras, dentro, en un bar ya en la avenida, como todas las mañanas, aquel chico la vio pasar, despistada y él sin esperanza.

- nunca se fijará en mí - dijo al camarero -. nunca mira.

- bueno - respondió el camarero -. tú tampoco sales nunca.

y siguió mirando la calle, ahora vacía a pesar de no estarlo.

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de vez en cuando me entran ataques de nostalgia musical y echo la vista atrás, cojo alguna de las viejas carpetas de canciones y me pongo a tocarlas. suenan distintas, ha pasado mucho desde entonces, pero acaban sonando igual. es extraño, algunas casi ni las recuerdo, otras me vienen a la cabeza de vez en cuando como si las hubiera escuchado ayer y resulta que hace años que sólo las catalogo.

luego, de repente, me entra el ansia: debería grabar bien todo esto, arreglar las canciones, grabarlas y que suenen bien, aunque sólo sea por divertimento propio y poder oírlas de forma decente. y a la pereza inicial que da el grabar - quien lo haya hecho alguna vez sonreirá, sí, señores, grabar es un rollo increíble - se suma la incertidumbre de la elección: ¿cuáles grabo? ¿por cuáles empiezo? ¿merece la pena? es tantísimo lo que queda por hacer...

al final todo queda como estaba. las canciones vuelven al armario. quizás hoy saque otras. pero ya sé lo que va a ocurrir: las tocaré, las guardaré, diré que eran buenas, luego se me pasará y diré que puedo hacer cosas mejores y las dejaré ahí, otros meses, otros años... hay quien colecciona sellos, quien colecciona fotos, quien colecciona amores. creo que lo mío es coleccionar canciones.

estos arranques suelen suceder cuando el/los grupo/s en que estoy están en momentos inciertos. ya he visto morir muchos proyectos, cada vez que muere uno de ellos sólo queda uno mismo para decirse: sí, no necesitas a nadie. la composición es como la vida: se puede ser feliz solo, pero cuando lo compartes adquiere un brillo y unos matices que de otro modo no se pueden conseguir. por eso no me cansaré de intentarlo, aunque, a veces, sea doloroso.

pasta y pizza

una cajera de supermercado puede adivinar el tipo de familia del cliente según el carro de la compra. por ejemplo, aquél tipo que lleva el carro hasta arriba y hace consultas por el móvil sobre el tipo de detergente, está bien claro que es una familia con niños, al menos un par de ellos, por los pañales y los cereales y estas golosinas tan molonas que hacen últimamente. aquella mujer que tiene una compra sana y equilibrada pero con algunos lujos, o vive sola o tiene a su pareja a dieta. aquél otro, más feo y menos arreglado, con el carro lleno de pasta, pizzas y platos precocinados, evidentemente vive solo.

pip pip pip pip.

decididamente las cajeras de supermercado somos una especie aparte. podemos saber más de las personas que ellas mismas a base de observación. bueno, menos maritrini que no hace más que mirarse las uñas. esta chica nunca aprenderá nada.

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me doy cuenta, ya sé que aquí se está por lo que se está, pero me doy cuenta de cuánto hablo de mí, de lo egocéntrico de todo esto, de lo tremendamente exhibicionista que es, aquí, lanzando ideas, frases, sentimientos, como si tuviera que demostrar que soy alguien especial, o algo así.

me siento totalmente egoísta, estoy empezando a pensar que realmente he vertebrado un mundo tan centrado en mí, mi mundo, que casi vivo ajeno a lo externo, salvo por sus reflejos en mí. me entristece, y aún así, no puedo evitar que la mayoría de mis frases empiecen por 'yo, mí, me' o verbos en primera persona.

un día esta forma de actuar fue un refugio, un escudo de seguridad. sé que soy capaz de escuchar, de abrazar, de apoyar, pero lo hago demasiado poco... ahora que los días son cortos, las penumbras vienen antes y atraen hacia sí los pensamientos más duros. no es posible vivir ajeno, no es posible aislarse, sin que eso suponga, en cierto modo, una ruptura con la realidad, una esencia de locura.

ignoro si realmente esto es fruto de una rica o de una paupérrima autoestima, o quizás de ambas a la vez. es curioso, con lo enemigo que soy de los radicalismos... por suerte, de vez en cuando, alguien rompe la burbuja y entonces, sólo entonces, me doy cuenta de que, paradójicamente, puedo prescindir de mí mismo. quizás porque, así, por una vez, uno llega a sentirse que forma parte de algo más que aquella vieja habitación con la puerta cerrada.

un cuarto sin ventanas.

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vacío: la sensación que queda después de la agitación anímica.

taxi stop

la azafata tomó un taxi, ya sabéis cómo son las azafatas. le picaba el cuello, algo realmente incómodo para ella porque el hecho de rascarse suele acarrear movimientos vulgares. dio su dirección al taxista, no muy agraciado y un poco maloliente, que enseguida empezó a conducir por las calles.

ella miraba con aire ausente por la ventanilla, viendo pasar los edificios, en realidad pensando qué haría después, al llegar a casa, o simplemente aburrida.

a él le parecía una escena de alguna película antigua, así, según la veía en cinemascope en su retrovisor. no en vano se hizo taxista porque era el único modo de conseguir tener una chica guapa en el asiento de atrás de su vehículo.